sábado, 21 de noviembre de 2015


TRAICIÓN A LA VOZ

Me encuentro en este castillo, atrapado entre estas cuatro paredes que parecen estar vigilandome. Para los que no lo sepáis, estoy en el calabozo, ese día en el que el señor estaba de muy mal humor, ese día en el que comenzó mi desgracia.
Lo recuerdo como si fuera ayer mismo.

Me encontraba, como cada mañana en la biblioteca real, consultando libros de arte y música para inspirarme en mi nueva obra.

Recuerdo perfectamente que me encontraba en la sección de arte del pasillo tres de la sala cuatro en la decimocuarta leja, buscando el libro que me diese inspiración. Avisté uno precioso con cubierta de cuero azul celeste y con decorado dorado. 

Me acerqué silenciosamente y lo cogí despacio, procurando no resbalar y estropear el libro.

Bajé la escalinata cuidadosamente y, cuando me encontré seguro en el suelo, me dirigí a una mesa redonda y abrí la primera página.

Se trataba ni más ni menos, de la historia de un famoso juglar, que deleitaba a los reyes de cada condado con su armoniosa voz.

Ese mismo día, iba a visitar al rey del condado de Gorgonia, famoso por sus malas críticas. El juglar iba muy confiado, ya que estaba seguro de que le dieron el don de la voz.

Acudió a palacio, y tocó una de sus mejores piezas para el señor. Éste, quedó impresionado por la letra de la canción, que a su vez le fascinaba.
El rey, le proporcionó un gran saco de oro y se marchó, perdiéndose en el horizonte.

El juglar, recorrió reinos, entre ellos especialmente el de Fortunia, en el que el señor confió una perla blanca valorada en millones de doblones de plata.

Continuó su marcha hasta la que decidió que sería la primera parada del viaje de vuelta a su patria. En este reino gobernaba el rey Prutos, que estaba esperando ansiosamente su llegada.

El juglar se presentó en la sala, y cantó una de sus canciones mas antiguas. En medio de la melodía, el juglar desafinó tanto, que hizo estallar la ira del señor.

Acto seguido, ordenó a los guardias del castillo que atraparan al juglar, y lo llevaran a prisión, en la que pasó desafortunadamente el resto de sus días.

Para los atentos, acabo de contar mi historia, la del juglar encerrado entre cuatro paredes en la que permanecerá el resto de sus días... ¿o no?










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